Me vuelvo dificil.
Impenetrable.
Hablas y hablas.
Tus palabras danzan apuradas, eternas. Oigo el ritmo de tus palabras. Entrelazadas, confundidas y aturdidas salen y se pierden, se enredan, se anudan entre si. Se enojan, se golpean, se abrazan, se vuelven a enredar y tropiezan.
Aparecen las preguntas.
Superfluas.
Bien. Si. No.
Respuestas vagas, cansadas, desganadas. Sin sentido.
¡Tan sin sentido!
¿Que esperas?
¡Que queres?
Me muevo de ahi.
Salgo.
Entro en la nube oscura del remolino cosmico.
Hacia la derecha.
En la pared pintada de colores hay una puerta.
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